Nutrientes en el cultivo de Marihuana

Las plantas para su crecimiento necesitan el aporte de una larga lista de elementos químicos para su desarrollo. Estos se dividen en tres grupos, los elementos primarios, los secundarios y los oligoelementos o micro elementos.

Los elementos primarios son el Nitrógeno (N), el Fósforo (P) y el Potasio (K). Siempre vienen enunciados por este orden <N-P-K>. Son los que las plantas consumen en mayor cantidad.

Los secundarios son el Magnesio (Mg) y el Calcio (Ca), presentes en la dolomita.

Los microelementos son consumidos en cantidades muy pequeñas y son los siguientes: Hierro (Fe), Azufre (S), Manganeso (Mn), Boro (B), Molibdeno (Mb), Zinc (Zn) y Cobre (Cu).

El primero de los elementos primarios es el Nitrógeno. Es el más importante, habilita a la planta a crear las proteínas esenciales para crear nuevo tejido e interviene en la producción de clorofila. Está directamente relacionado con la altura, vigor y crecimiento en general. Es vital sobre todo durante la fase de crecimiento vegetativo en cantidades considerables y en menor cantidad durante el principio de la floración. Algunos cultivadores cortan el suministro de nitrógeno durante las últimas semanas de la floración, sostienen que aumenta la producción de resina. Sin asegurar esto, si podemos decir que el porcentaje de N en el fertilizante que se use en la fase de floración debe ser el más bajo, o menor que el segundo elemento, el fósforo.

El Fósforo es el segundo de los elementos primarios, y es vital para la fotosíntesis. Se le relaciona con la producción de flores, resina y semillas (sí las hubiere). El cannabis necesita un gran aporte P durante las fases de germinación, clonación y sobretodo en la fase de floración.

El tercero de ellos es el Potasio. Se ve asociado en la creación y transporte de azúcar y almidón, así como al aumento de clorofila en las hojas dando más verdor.

Ayuda a regular las aperturas de las «Stomata», unas diminutas glándulas situadas en el contorno de las hojas responsables de la transpiración de las plantas y otras funciones vitales. El potasio también es necesario para el buen desarrollo de las raíces y resistencia de la planta contra enfermedades y ataques de plagas. Este elemento es usado durante todo el ciclo.

Los elementos secundarios Mg y Ca: El magnesio es el átomo central de la molécula de clorofila y es esencial en la absorción de la luz. También ayuda en la absorción de otros nutrientes, estabilizando el medio de ácidos o sales tóxicas que se puedan depositar. El Calcio es fundamental en la creación de nuevo tejido, por tanto, necesario para un buen desarrollo.

El mejor aporte de Mg y Ca es la dolomita, mezclada previamente en el medio y/o disuelta en el riego. Al ser de asimilación lenta, es difícil pasarse con la dosis, no parece que afecte el exceso de dolomita, quizás por su lenta absorción o por lo bien que mantiene el PH. La dosis aproximada, sería una taza de café por cada 8-10 litros de medio, y si viene en forma de polvillo fino se puede disolver una cucharada en 5 litros. La dolomita es muy recomendable, si no se dispone de ella se pueden usar sales de magnesio de las que venden en la farmacia y añadirlas en algunos riegos. Previene la clorosis (enfermedad de las plantas).

De los oligoelementos o micronutrientes, el más importante es el hierro, este se administra en forma de quelatos y su carencia o su no-asimilación por un Ph inadecuado es la causante de la clorosis férrica, las hojas superiores y los brotes jóvenes amarillean siendo visibles los capilares de las hojas que permanecen verdes. Los fertilizantes cuando contienen micronutrientes lo especifican, si no fuera así, se deben administrar por separado.

Los abonos y fertilizantes en general, sean de origen químico (industrial) u orgánico (natural), llevan marcados tres números indicando los porcentajes de los tres elementos primarios por el siguiente orden establecido: N-P-K, Nitrógeno, Fósforo y Potasio.

Un ejemplo seria: <15-30-15> 0 <2. 4-1. 7-1. 9>. En el primer ejemplo los números son altos lo que indica que se deberá disolver poca cantidad de producto para obtener la dosis justa.

En el segundo ejemplo los elementos se encuentran más diluidos, por lo que la cantidad de producto a diluir será mayor en proporción al primer ejemplo. Lo que realmente interesa es la proporción de un elemento con respecto al otro, así vemos que la cantidad de nitrógeno es la mitad que la de fósforo en el primer ejemplo <15-30-15>, y mayor en el segundo <2. 4-1. 7-1. 9>.

Los abonos para la fase de crecimiento deben tener un alto contenido en nitrógeno, o lo que es lo mismo un primer número mayor que el segundo. Suelen venir comercializados como abonos para planta verde. El tercer número, el potasio, siempre tiene que estar presente en una proporción considerable. Los aptos para floración llevan más fósforo que nitrógeno, o sea, un segundo número mayor que el primero.

La dolomita aportará los elementos secundarios y muchos abonos orgánicos llevan oligoelementos, en caso contrario se pueden añadir quelatos a la mezcla.

Los abonos pueden ser de absorción lenta o rápida, y vienen en distintas formas: solubles en el agua de riego, mezclables en la tierra, de aplicación superficial o de aplicación foliar mediante un pulverizador. También existen bastoncillos que se entierran y se consumen lentamente. En todos debe venir especificado su contenido en nutrientes. Algunos cultivadores usan un mismo fertilizante para todo el ciclo con igual número de N, P y K, por ejem. <20-20-20>.

Los que son solubles en agua son de rápida absorción y las dosis recomendadas suelen superar las aquí recomendadas. Dado que no hay nada más irremediable que una sobre fertilización, es muy recomendable regar si es preciso más a menudo con dosis muy diluidas (un tercio o un cuarto de la dosis indicada), que hacerlo de manera más concentrada y menos asidua. En principio no se recomienda abonar más de una vez a la semana. Recordemos que el exceso de abono es irreversible y la carencia de uno o más elementos se puede corregir. La mayoría de los materiales orgánicos mencionados como parte de la mezcla para el medio de plantación son abonos de lenta asimilación y trabajar con ellos es aconsejable pues es difícil sobre fertilizar. Suelen ser ricos en nitrógeno y serán un primer soporte para la primera fase del crecimiento, con lo que el primer abonado ya vendrá cuando las plantas tengan cierta puede evitar abonar hasta casi el final de la fase de crecimiento vegetativo.

La última semana antes de recoger, o incluso antes, se debe dejar de abonar para evitar que los productos químicos que se hayan podido depositar afecten al sabor de la María.

Se debe encontrar el fertilizante adecuado al sistema empleado. Aquí recomendaremos los de lenta absorción, pues son más seguros. Se pueden ir aplicando labores superficiales de humus o turba durante todo el proceso, con los sucesivos riegos irá penetrando en el medio. Cuanto más pequeños sean los recipientes más rápido será preciso el riego y el abonado y más riesgo de sobre fertilizar o de que la planta pase sed.

Un pequeño exceso de abono provoca que se quemen las puntas de las hojas, adquiriendo estas primero un verde muy intenso, para luego ir desmejorando y prácticamente quemándose algunas de ellas parcial o totalmente. Si la sobre fertilización es severa, la planta entera se quemará, curvándose las hojas hacia dentro. Una sobre fertilización ligera puede remediarse en parte, aclarando la planta bajo un grifo y dejando correr el agua que vaya drenando un buen rato.

Sería una forma de lavar la tierra de las sales tóxicas que se forman al no poder ser absorbido el fertilizante allí acumulado. Los químicos son los más propensos a ello.

De todas formas hace falta hacer un diagnóstico para saber el porqué del mal aspecto de una planta, otras cosas como falta de aire o de luz, o alguna plaga no fácil de detectar a simple vista pudieran ser la causa.

 

 

Los elementos primarios son el Nitrógeno (N), el Fósforo (P) y el Potasio (K). Siempre vienen enunciados por este orden <N-P-K>. Son los que las plantas consumen en mayor cantidad.

Los secundarios so el Magnesio (Mg) y el Calcio (Ca), presentes en la dolomita. Los microelementos son consumidos en cantidades muy pequeñas y son los siguientes: Hierro (Fe), Azufre (S), Manganeso (Mn), Boro (B), Molibdeno (Mb), Zinc (Zn) y Cobre (Cu).

 

Los Síntomas Carenciales:

Nitrógeno:

La carencia de nitrógeno es la más común y las causas que provocan esta carencia pueden ser muy diversas, pero sus síntomas son siempre los mismos e incluyen un lento crecimiento de las plantas afectadas y un descenso en su producción. El primer indicio deficiencia de nitrógeno es el amarilleamiento de las hojas inferiores y más viejas de las plantas. Al no disponer de un correcto suministro de nitrógeno estas hojas dejan de producir clorofila y la zona de entre los nervios se vuelve amarilla, mientras que los nervios permanecen de un color verde.

A medida que el estado carencial se prolonga más y más hojas amarillearan mientras el tallo y el envés de algunas hojas se tornan de un color morado rojizo debido a la acumulación de antocianos (unos pigmentos rojo azulados que protegen a las plantas, sus flores y frutos de la luz ultravioleta. Son los mismos pigmentos que le dan al vino su color), aunque esto en algunos casos puede indicar la carencia de fósforo. Por último las hojas de las plantas afectadas por la carencia de nitrógeno adquieren un color amarillo intenso que se va tornando a un color marrón óxido que empieza por las puntas de los foliolos y se extiende en poco tiempo marchitando el resto de la hoja.

El Tratamiento:

El Tratamiento más efectivo para evitar esta carencia o corregirla es abonar con un fertilizante de alto contenido en nitrógeno o con un fertilizante completo N-P-K. En los cultivos en tierra madre se pueden emplear el humus de lombriz, el guano de aves marinas, la emulsión de pescado, la harina de sangre o el estiércol de bovino (siempre que esté bien descompuesto) como corrector de este tipo de deficiencias a corto y medio plazo para asegurar que a nuestras plantas no les falte nitrógeno en una larga temporada. Siempre debemos tener cuidado de no pasarnos con las cantidades, sobre todo al fertilizar. En caso de excedernos con la dosis del fertilizante conviene lixiviar bien el medio de cultivo con agua abundante para que esta arrastre el exceso de nitrógeno.

 

El Exceso o Sobrefertilización:

La sobredosis de nitrógeno da lugar a un follaje demasiado exuberante respecto al sistema radicular lo que hace que nuestras plantas se espiguen y sus ramas y tallos se vuelvan más blandos, quebradizos y vulnerables al estrés y a los ataques de patógenos y hongos. Otro signo de exceso de nitrógeno es que las hojas de las plantas afectadas adquieren una característica forma de “garra” y se tornen de un color verde oscuro. También es frecuente la aparición de clorosis y necrosis más o menos acentuada en las puntas de los foliolos tanto en las hojas nuevas como en las más viejas. En estos casos la disminución en el rendimiento de las plantas es segura y dependiendo de la variedad cultivada, los cogollos se verán más o menos afectados por el espigamiento.

Para tratar la sobrefertilización de nitrógeno, lo mejor es lixiviar bien el medio y dejar de abonar durante siete o diez días antes de cosechar para que las plantas consuman el nitrógeno que todavía tienen en las hojas. Recuerda que la marihuana procedente de plantas cosechadas con exceso de nitrógeno tiene una mala combustión debido a alta concentración de nitratos (estos compuestos son radicales libres muy cancerígenos), por lo que es especialmente importante dejar de abonar antes de cortar nuestras plantas y si fuera preciso lixiviar bien con agua abundante el medio de cultivo para asegurarnos de obtener un producto lo más limpio posible y de la mayor calidad.

Fósforo:

La carencia de fósforo causa retrasos en el desarrollo y disminución en la ramificación de la planta. El fósforo pertenece a los nutrientes móviles y tiene la propiedad de trascolocarse de los tejidos más viejos de la planta hasta los de nueva formación. Aunque en el caso del fósforo los primeros signos carenciales aparecen en las hojas más pequeñas que se tornan de un color verde azulado. Después las nervaduras principales de las hojas más viejas adquieren un color morado rojizo que suele empezar por el envés de las hojas y se va extendiendo hasta alcanzar los tallos y los pecíolos de la planta. Las puntas de las hojas más viejas se oscurecen y se rizan hacía abajo. Las hojas más afectadas presentan manchas oscuras que terminan necrosandose (muriendo) y finalmente adquieren un tono oscuro y purpúreo, se secan, arrugan y por último se caen. Las plantas afectadas quedan muy debilitadas y son más vulnerables a infecciones por hongos patógenos y plagas.

La cantidad de fósforo empleado por las plantas varía en función del estadio en que estas se encuentran, requiriendo de los niveles más altos durante las fases de germinación, plantón, esqueje y en la floración. Si la carencia de fósforo se da durante la floración esta se retrasara y se disminuirá la producción y el tamaño de los cogollos. Generalmente esta carencia está causada por un Ph inapropiado en el suelo o el el agua de riego y que hace que las plantas no lo puedan asimilar el fósforo correctamente.

El Tratamiento

Lo más habitual para tratar la carencia de fósforo es aplicar un fertilizante con alto contenido en fósforo a la vez que ajustamos el Ph de la mezcla de riego entre 5.5 y 6.5. En el cultivo hidropónico conviene bajar ligeramente el Ph hasta dejarlo entre 5.5. y 6.2 para facilitar la absorción del fósforo. Si nuestras plantas están en floración lo mejor es utilizar un fertilizante líquido tipo PK 13-14 para aportarles gran parte del fósforo que necesitan durante este estadio. También existen en el mercado abonos con alto contenido en fósforo que podemos emplear en esta fase o en caso de carencia para que nuestras plantas dispongan de este nutriente rápidamente.

Si cultivamos en tierra madre podemos incrementar la cantidad de fósforo disponible para nuestras plantas añadiendo un poco de humus de lombriz, harina de huesos o ceniza de madera a la mezcla de tierra. De este modo crearemos también una reserva de fósforo extra para la floración. A la hora de regar debemos asegurarnos siempre de ajustar el PH del agua (con o sin fertilizante) entre un 5.5 y un 6.5 para que las plantas asimilen mejor el fósforo disponible en el suelo.

El Exceso o Sobrefertilización

La sobrefertilización o exceso de fósforo puede tardar en manifestarse algunas semanas y aunque muchas variedades de marihuana lo toleran bien suele interferir en la absorción del calcio, el hierro, el magnesio y el zinc. Así pues el exceso de fósforo es difícil de identificar y suele confundirse con la carencia de alguno de estos otros nutrientes. El tratamiento será, como ya es habitual en los casos de sobrefertilización, un buen lixiviado del medio para eliminar los residuos que queden en el sustrato. Siempre que hagamos esta operación debemos emplear tres veces el volumen que tenga la maceta en agua. Por ejemplo, si estamos usando unos contenedores de 4L lo normal es usar unos doce litros de agua para asegurarnos de eliminar el exceso de fertilizante. Por último conviene regar con una solución ligeramente abonada (a una tercera parte de la dosis habitual) con fertilizante completo para reponer los otros nutrientes que también hemos arrastrado durante la limpieza.

Potasio:

La carencia de potasio provoca que la temperatura interna del follaje se dispare, y que las proteínas de las células se quemen o degraden haciendo que nuestras plantas sean más vulnerables a las enfermedades y plagas. Los primeros síntomas de carencia de potasio aparecen aproximadamente a la semana de comenzar el problema ya que en un principio las plantas parecen estar sanas. Tras este breve periodo de tiempo los síntomas carenciales comienzan a aparecer en las hojas más viejas y la parte baja de la planta (debido a que este es un nutriente móvil). Las hojas de esta parte de la planta pierden su lustre y comienzan a desarrollar un moteado color oxido intenso. En algunos casos la ramificación de las plantas se incrementa, pero estás nuevas ramas son mucho más débiles, delgadas y quebradizas de lo normal. Por último las hojas empiezan a amarillear por las puntas y los márgenes hasta que acaban por tornarse de un color gris, se rizan hacia arriba y muren necrosadas. La carencia de potasio es más propia de lugares con suelos o aguas de riego con alta salinidad, aunque en el cultivo con maceta o mezclas de tierra abonadas también puede darse. El potasio suele estar presente en la tierra, pero la acumulación de las sales en el terreno, o la mala conductividad del medio pueden bloquearlo e impedir que las plantas asimilen la cantidad suficiente que necesitan para su desarrollo.

El Tratamiento

Para tratar la carencia de potasio primero debemos lixiviar el medio de cultivo. De esta forma nos aseguraremos de “desbloquear” el suelo y eliminar posibles acumulaciones de sales que impidan la correcta asimilación de los nutrientes. En segundo lugar, conviene aplicar un riego ligeramente abonado con un fertilizante de alto contenido en potasio para que la plantas se recuperen lo antes posible del déficit. En el cultivo exterior podemos prevenir esta carencia y asegurar a nuestras plantas un suministro constante de potasio usando potasas solubles (la ceniza de madera) mezcladas con el agua de riego, o mezcladas con tierra cuando preparemos la mezcla para cultivar en exterior. Cuidado con el uso de la ceniza de madera ya que tiene un pH altísimo (casi de 10), si nos decantamos por su uso deberemos medir y ajustar correctamente el PH del agua antes de regar nuestras plantas.

El Exceso o Sobrefertilización

La sobrefertilización de potasio se da en raras ocasiones y es difícil de identificar debido a que se parece mucho a los síntomas carenciales de otros nutrientes. Cuando se produce un exceso de potasio se producen carencias de magnesio, manganeso, y a veces, hierro y zinc. Por ello, como siempre, la mejor solución es lixiviar el medio de cultivo con agua abundante o aplicar algún producto “antisalino” tipo Atazyme, Enzymes o Cannazym, para limpiar de sales y residuos las raíces de las plantas. Estos productos contienen una preparación “multi-enzímas” natural. Las enzimas son producidas, entre otros, por bacterias y hongos y actúan como agentes catalizadores en multitud de procesos bioquímicos del suelo. Estas enzimas ayudan a descomponer más rápidamente los restos muertos de materia y aumentan la capacidad de intercambio catiónico del suelo.

Magnesio:

La carencia de magnesio es uno de los problemas más habituales al que se enfrentan los cannabicultores, tanto de interior como de exterior. Suele darse más en los lugares con un entorno de cultivo demasiado húmedo y frío para las raíces, o en suelos ácidos y fríos con un pH por debajo del 7. En cultivos interiores esta carencia suele darse cuando se produce una acumulación latente de sales en el sustrato, por el uso excesivo de fertilizantes líquidos. Este exceso de sales reduce drásticamente la capacidad de intercambio catiónico del suelo y termina bloqueando la asimilación de algunos nutrientes como el magnesio. Un exceso de potasio, de amoniaco (nitrógeno) o de calcio (carbonato) en la tierra también puede impedir la correcta absorción del ión magnesio por parte de nuestras plantas.  Al ser un nutriente móvil los primeros signos de la carencia de magnesio aparecen en las hojas más viejas de las zonas bajas de la planta.

El síntoma más característico de ésta carencia es la llamada clorosis internerval que afecta a las hojas decolorando los espacios entre las nervaduras: las hojas amarillean mientras los nervios de estas permanecen verdes y oscuros. A medida que la carencia progresa va afectando a las partes medias de la planta y comienzan a aparecer manchas o moteado color marrón óxido en los márgenes y en las puntas de las hojas más viejas. La perdida de superficie foliar provocada por esta clorosis incide directamente en la capacidad fotosintética de las plantas retrasando su desarrollo y disminuyendo su producción. Si la carencia se asevera se extenderá hasta las partes superiores, más jóvenes, y hará que nuestras plantas pierdan el color en pocas semanas. Si no intervenimos, finalmente las plantas adquirieren un tono amarillo blancuzco y terminan secándose y muriendo

El Tratamiento

Para corregir la carencia de magnesio en nuestras plantas lo más aconsejable es utilizar un abono completo que contenga suficiente concentración de este nutriente. En el caso de usar un abono normal o con poca concentración de magnesio deberemos añadir media cucharadita de sales de Epsom® (sulfato de magnesio) por cada litro de agua de riego de forma frecuente ajuntando el pH por encima de 6.5 hasta que los síntomas carenciales desaparezcan por completo y las plantas recobren su color habitual. Para acelerar el tratamiento podemos realizar una o dos aplicaciones foliares del producto mezclando bien dos gramos de sales de Epsom® en un litro de agua durante un par de semanas. La toxicidad a causa del magnesio es muy poco frecuente y generalmente afecta a la asimilación de otros nutrientes como el calcio, por lo que es un problema difícil de identificar a simple vista.

 

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